domingo, 7 de agosto de 2011

Dulce llanto

Un templado domingo de invierno se vio siendo trasladada de un lugar a otro, sin que nadie se lo consultara. Así lo aceptó, aunque tampoco dio indicios de haberlo hecho. Minutos más tarde, separada ya de sus pares, sientió una cosquilla de agua que le recorría el cuerpo. Seguidamente un frío y filoso metal procuraba desprenderla de toda su cobertura, dejando expuesta su más blanca piel. Ya no podía evitar sentir que los segundos corrían veloces, y que todo cuando quisiera hacer en este mundo debería hacerlo ahora, ya. Entonces pensó, y dijo: "No podré hacer aquello que tenía en mis planes, pero al menos sí haré algo importante para finalizar este ciclo. Haré feliz al menos por un momento a un ser viviente, le daré el sabor de lo natural, el color verdadero y la frescura original. Haré que se sienta por un momento en su plenitud. Le haré sentir que va por el buen camino y que no hay nada más bello que el aquí y ahora..." Y mientras continuaba con sus pensamientos, un dulce llanto brotó de sus entrañas y comenzó a cumplirse su sueño. Su misión en el mundo estaba realizada.