Apaguemos la luz, el peligro ha pasado. El miedo no existe y el día está claro. El calor agobia y las libélulas abundan. Apaguemos la luz, apaguémosla deprisa y antes de que quede encendida por siempre en un mundo peligroso, con miedos permanentes y eternas noches oscuras. Aprendamos a ver sin artificios, aprendamos a ver detrás, porque allí está nuestro camino. Y las puertas están abiertas, sólo hay que animarse a cruzar. Nada extraño nos espera, sólo la vida que merecemos vivir.