
Que con sus infinitas combinaciones pretenden decirnos algo, decirnos todo... Que con tan variados tonos nos acarician o nos golpean, nos dan dolor y dicha, nos hacen soñar o despertar de un profundo sueño... Que están dondequiera que sea, esperándonos para darnos la bienvenida, o para despedirnos, para pedirnos ayuda o para ofrecernos aliento, para hacernos sentir parte, o para hacernos dar media vuelta y tomar otro rumbo... Que nos dan la libertad de volar hacia donde queramos, o que nos atan a una realidad jamás imaginada, jamás deseada... Que se ponen en nuestros labios, o en nuestras manos, y nos hacen confesar las más temidas verdades, o las más aberrantes mentiras. Allí están, vienen y van, y es imposible detenerlas.