
Cada día termina y nos da la oportunidad de ver dónde estamos, y hacia dónde vamos. Qué tenemos, qué nos falta, qué haremos de aquí en más... con nuestros pasos, con nuestras ideas, con nuestros actos, con nuestras vidas. Termina un día, enardecido por el fuego del ocaso que nos deja en manos de la noche, calma y serena noche que brilló menguante bajo este cielo. Y la noche pasa, y llega de nuevo el día, y la llama atenuada comienza a encenderse otra vez... y otra más.