Quien viera a estas criaturas supondría algo más, un dueño, alguien quien le ordene las cosas que deben hacer y adónde ir, o un amaestramiento para ir al rescate. Pero no. Sólos, han optado por subir a la embarcación y viajar.
Hacia un sitio van, pero nadie los obliga. A un horario han zarpado, pero no hay quien se los haya impuesto. Libres son ahora de toda atadura terrenal.
Tiempo ha pasado hasta que la decisión fue tomada, mas tiempo tienen también por delante. Mucho se ha dicho, pero esta acción ha tomado sólo una palabra, al decirse... ¡Vamos!
la libertad, la tan preciada libertad...¡que lindo!, poder ir hacia destinos inciertos y atreverse a caminar por lugares nunca antes pensados esperando las sorpresas que vendrán...
ResponderEliminarlas sorpresas y lo inesperado son aquellas cosas que le dan a nuestros pasos otro sentido, por así decirlo
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