Menos luz y más visible eres, más te aprecias. En tu estado pleno, o en tu ausencia, permaneces. Te tapan las nubes, y te asustas del ruido del trueno, mas no abandonas tu puesto. Te eclipsas y vuelves a surgir. Cada noche elijes el lugar donde ubicarte, y desde allí descansas y observas, y también, a veces, piensas...
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