Despertarse y saber que el tren se pondrá en marcha, dejando atrás el humo que fue, y marchando hacia nuevos despertares. Acciona la palanca y tuerce la vía hacia un nuevo cambio. Escucha los aullidos del óxido y la quiebra para ya nunca volver. Se asusta, mas luego se calma. Aumenta su velocidad, y su aceleración es constante. Arrasa con todo, sin lastimar y sin correr peligro alguno. No se detiene. El tren sigue.
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